lunes, 8 de agosto de 2011

Soledad

Se define como: Carencia voluntaria o involuntaria de compañía. Lugar desierto, o tierra no habitada. Pesar y melancolía que se sienten por la ausencia, muerte o pérdida de alguien o de algo. Tonada andaluza de carácter melancólico, en compás de tres por ocho.
Esto es la teoría, pero la práctica es más amplia. En la práctica la soledad no es solo la carencia de compañía, es esto y los sentimientos de ausencia y no pertenencia que la acompañan. 
Es el deseo de querer y no poder tener algo, que puedes conocer o no conocer, que abre tu mente, que a veces deseas y otras detestas, pero que cada ser humano como ser social necesita para vivir.
Muchos dirán que estar solo es algo inigualable. No tener que compartir, ni justificarse, ni aceptar opiniones contrarias a la propia...es mágico.
Ahí es cuando me viene a la cabeza la imagen del niño que, ansioso por jugar con sus compañeros del colegio, llegó antes de tiempo a clase. Mientras esperaba a sus amigos observaba por la ventana ansioso a ver si reconocía una cara amiga.
Cuando, de repente, divisó una luz que en segundos se hizo más y más grande y que, sin darse cuenta, destruyó la ciudad en la que vivía. La bomba mató a miles de personas.
Pero aquel niño, solo frente al peligro sobrevivió. Y mientras esperaba su rescate, las horas de desamparo eran interminables. 
Intento imaginar cómo habrá sido esa soledad y si quienes se jactan de poder vivir solos, serían capaces de soportar la larga espera, la agonía, la imposibilidad de ver nada, ni sus propias manos.
Este niño no es el único que ha pasado por la experiencia extrema de la soledad (entre otras experiencias). Aquel día miles de habitantes de la misma ciudad, vecinos, profesores, hermanos, compañeros vivieron la soledad, en cada una de sus fibras.
No conozco esta extrema soledad, conozco este sentimiento a medias, pero si aún así me asusta, no puedo imaginar cómo alguien alardea de disfrutar del destierro.

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