viernes, 16 de septiembre de 2011

Pena de muerte

Y ¿te atreves a preguntarle por qué lo hizo? ¿No te parecen suficientes los malos ejemplos que vemos a diario en la sociedad, en la calle? Es más, ¿Si tuvieras tú sus motivos, no lo harías acaso también?

Son muertes, sí, inocentes, quizás. No justifico sus medios ni sus objetivos, pero por un momento soy capaz de entender que los estímulos que recibimos a menudo del exterior no nos ayudan en nada a cambiar ciertas actitudes.
Es más, por muy cuerdo que alguien pueda llegar a ser, estas influencias nos hacen cambiar de opinión y tomar decisiones equívocas.

En estos casos sólo podemos evitar juzgar y aceptar las cosas como son, haciendo juicios morales no cambiaremos nada. Simplemente debemos pensar que existen otros que basándose en su poder y gloria cometen crímenes peores y a mayor escala y las autoridades se limitan a dejarlos en libertad con cargos o a extraditarlos.

Quizás algo así merezca la muerte, o quizás no. Pero pensad que al condenarlo a muerte ¿no estaríamos cometiendo el mismo crimen que él? Juzgar a alguien por sus actos y decidiendo que no merece vivir porque supone un peligro a nivel social o individual.
No somos nada más que él, ni merecemos quitarle la vida.

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