martes, 13 de septiembre de 2011

Legado

A veces cuando logramos algo que ansiamos mucho en la vida sentimos felicdad, aquel sentimiento que nos llena el alma y nos la revuelve.
Este logro puede significar muchas cosas para nosotros o para los demás. Sobre todo si los demás son aquellos que te rodean y que siempre estarán ahí.

Sin embargo de una u otra manera no es el logro en sí lo que te llena de dicha, sino el saber que a pesar de todo lo que tuviste que hacer y padecer, sigues ahí, y podrías pasar por esta etapa una y otra vez más.

Por eso admiro a quienes, a pesar de haber terminado algo que consideraban como su meta, se fijan cada vez nuevos fines, y siguen adelante, aunque saben lo costoso y tedioso que es volver a empezar, lo difícil que es perseverar, más aún si te encuentras solo, sin apoyo moral o sentimental.

Sin embargo detesto a quienes se jactan de tener algo, que toman como su mayor logro, a pesar de ser algo insignificante, y se comparan con quienes no lo tienen (porque no pueden o no hayan querido poder).

Me molesta este comportamiento porque a pesar de ser empresarios, a pesar de ser doctores (en lo que sea), a pesar de tener tres casas y dos coches de último modelo, somo miserables animales que nacemos, dependemos de unos padres hasta cierta edad (unos más y otros menos), crecemos según nuestras posibilidades, forjamos nuestros valores (unos más y otros menos) los aplicamos en nuestra vida (repito, unos más y otros menos) y la vivimos como buenamente podamos, hasta que envejecemos, vemos cómo la sociedad cambia y cómo en parte no se nos incluye en el transcurso de esta y cómo de alguna manera no podemos hacer nada en contra de ello, vemos que nuestras funciones ya no son funciones sino disfunciones y finalmente acabamos muriendo.

Y ¿Qué queda de nosotros? el recuerdo quizás, unas buenas palabras en boca de quienes nos conocieron (que no podremos saber si son verdades o falsedades guiadas por el momento) posiblemente, una herencia (depende de lo que en vida hayamos obtenido) puede ser. ¿Y qué queda de lo que nos jactabamos de ser o tener?
¿Acaso de alguna manera este transcurso de la vida que expuse anteriormente habría sido diferente si yo no hubiese sido lo que presumía ser, o tenido lo que preseumía tener?
Somos iguales, ricos y pobres, cultos o analfabetos y si nuestro fin último es dejar una huella en la Tierra para que las generaciones venideras aprendan de lo que hemos hecho y lo mejoren de alguna manera, no desperdiciemos el tiempo presumiendo de lo que somos o tenemos sino haciendo algo por evitar la mala suerte de nuestros hijos y el detrimento de la cultura natural.

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